Queridas Mamás, ¡felicidades! pero sobre todo GRACIAS.

Si, un GRACIAS con mayúsculas porque no hay palabras que puedan representar lo mucho que significáis para cada una de las personas que existimos. Un enorme GRACIAS para las que estáis aquí como para las que ya os fuisteis pero que todavía perdura inmortalizada en nuestros corazones cada caricia, cada palabra de reconforto, cada sonrisa y cada uno de los abrazos que tanto necesitamos cuando somos pequeños pero también cuando ya crecemos.

Sin vosotras NADA de este mundo seria posible. Y es una realidad. No solo por el mero hecho de que otorgáis la vida. Vosotras sois el equilibrio, la conexión más directa con el amor interior. Nuestra puerta a “casa” donde nos sentimos protegidos y sobre todo amados. Sois, junto a la madre naturaleza, la baliza capaz de dirigir el mundo hacia una nueva era donde la disciplina es necesaria pero solo con amor es posible integrar.

Vosotras sois divinidad y maestras.

Aunque a veces lo olvidéis o esta sociedad haya contribuido a que esto suceda, en vuestro interior disponéis del mayor de los tesoros, el diamante más brillante, la luz que ilumina el camino de cada uno de nosotros. Y no son palabras bonitas. Es una realidad.

Solo nos queda agradecer.

¡GRACIAS MAMAS!